Me encontraba más tranquilo al saber que Nessie se encontraría ocupada con Alice mientras Bella y yo disfrutábamos de un momento a solas. Alice se mostró encantada de entretenerla, mientras que Emmet no pudo disimular una grave risa. Parecíamos como si no pudiéramos aguantar nuestro afecto mútuo y teníamos que salir corriendo para encontrar un lugar a solas... bueno, la verdad es que era justamente eso.
La noche ya se cernía entre nosotros, pero aún así no teníamos ningún problema para llegar a nuestro destino. Yo iba delante de ella, cogiéndola de la mano... Íbamos prácticamente corriendo, con ansias de refugiarnos en nuestra acojedora casa. Al fin llegamos y, al cerrarse la puerta a nuestras espaldas, nos quedamos en medio del salón, de pié, uno enfrente del otro, muy quietos... ¡Cómo desearía que en este momento pudiera escuchar sus pensamientos!
Dí un paso hacia ella... despacio... muy despacio. Comencé a acariciarle las manos, para ir subiendo lentamente por sus brazos. Si hubiera podido, su piel se hubiera erizado. Cerré los ojos mientras contorneaba su hermosa figura con mis dedos. Sentí que ella no podía aguantar más y se abalanzó sobre mí. No pude evitar sonreír por esa efusividad suya... que me encantaba. Me llevó hacia la habitación y me tumbó sobre la cama. Se quedó de pie, al borde de la cama y, sin parar de mirarnos fíjamente, comenzó a desnudarse. Ver su cuerpo a la luz tenue de la noche era como una oda a la belleza absoluta... la que ella poseía. Se subió a la cama y, desde el final, fue subiendo lentamente hasta posarse entre mis brazos, donde le esperaba un beso muy tierno de mis ardientes labios.
Ese momento era sólo de nosotros dos, una persona, un cuerpo... un corazón.